21 abr 2008

¡Si no cambia todo no cambia nada! - Por la continuidad de la lucha de clases



Miramos a nuestro alrededor y vemos un mundo fuera de nuestro control, somos obligados a vender nuestro tiempo y energía para así “ganarnos la vida”... y esa vida que “ganamos”, la tenemos que derrochar en la lucha diaria por sobrevivir, sin poder satisfacer nuestros deseos y necesidades. Esto se mantiene ya que el proletariado al no reconocerse como clase en oposición al sistema, desconociendo su fuerza, no puede destruir la dominación burguesa.

Nos hacen creer que no somos proletarios porque somos empleados o desocupados, el de más allá se siente campesino en oposición al trabajador de la ciudad, otra se siente comerciante porque es vendedora ambulante, muchos otros se sienten demasiado jóvenes o demasiado viejos para ser proletarios. Habrá también quien por ser mujer se sienta menos afectada por la cuestión de su clase, o quien sienta la opresión racial como más determinante y en vez de sentirse proletario negro o proletario latino se siente negro o latino. Y también hay quienes aferrándose a diversas ideologías se sienten anti-imperialistas, anti-neoliberales, argentinos, aborígenes, cristianos, judíos, yankis, cubanos, feministas, antirracistas, gays, etc. Justamente esas negaciones del proletario mismo son las que consolidan la ideología burguesa del “verdadero proletario”, que como se sabe es "obrero industrial, hombre, nacional", y mira con desprecio al estudiante, al que saquea, al inmigrante, a la mujer y a “todos esos negros”. Es la clase dominante la que necesita la existencia de estas divisiones para perpetuar sus intereses, divisiones que consigue mediante ONGs, sindicatos, el sistema educativo, partidos políticos, etc.

Así también, por otro lado, las leyes y constituciones elaboradas por los legisladores de la burguesía, pretenden hacernos creer que “todos somos ciudadanos argentinos e iguales ante la ley” por tener derechos a elegir nuestro verdugo periódicamente (mejor conocido como votar). Por eso nuestra práctica no debe ser dirigida a sumar personas a ninguna ideología en particular si no a que cada vez más personas vivan y luchen en unidad por su propia libertad y la de sus iguales, reconociéndose en la lucha misma y la verdadera comunidad humana que de ella surge. Luchando por nuestras necesidades necesariamente entendemos que debemos dejar de ser proletarios, y no para ser patrones, burócratas, políticos, o cualquier tipo de burgués, sino que queremos dejar de ser proletarios para acabar de una vez y para siempre con la sociedad de clases.

Cabe aclarar que desde estas posiciones no se defiende a la clase trabajadora como tal con las imposiciones de la ideología dominante, y su reproducción de costumbres y hábitos que perpetúan esta realidad. Asumir una defensa del proletariado no es defender la reproducción de las imposiciones burguesas, nada más lejos de eso. Si hoy la gran mayoría de asalariados son machistas, no quiere decir que tomar esa posición sea lo adecuado. Es decir, esto no nos hace “más proletarios”, como tampoco lo hace sumarse a ninguno de esos obstáculos que no nos permiten reconocernos como una totalidad que debe acabar con nuestro enemigo: la burguesía y su dominación. Obstáculos que nos alejan de reconocernos como la clase oprimida y explotada, como posibilidad de transformación, como única posibilidad de transformación real de este mundo. Dicha lucha, por lo tanto, no es sólo la reacción de una clase explotada, sino también, y principalmente, acción de una clase revolucionaria históricamente forzada a asumirse como tal.


La libertad no se mendiga, ¡¡se toma!!

Por el comunismo y la anarquía, siempre.

Fuente: Panfletos Subversivos


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